martes, 18 de agosto de 2009

ruido

No deberías dejarte influir por todo esto. Rompió la tarjeta de crédito, el carné de conducir y todos los billetes que llevaba en la cartera. La realidad es dura. Se dirigió a la cocina tirando todo tipo de enseres al suelo. Intenta vivir... intenta sobrevivir, el resto es aire. Ya en la cocina, vació cajones, rompió platos... y salió corriendo calle arriba, gritando desgarradores llantos. Continúa la tensión en las calles de Tegucigalpa, donde el el ejército sigue cargando contra los centenares de indígenas que participan en las protestas. La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada. Cayó al vacío. Se desplomaba la milenaria estatua y, con ella, todo atisbo de civilización. Regresó, cogió las llaves y arrancó el motor del coche, y salió huyendo de nuevo calle arriba. Y el verbo se hizo carne. Al entierro no acudieron ni curas ni obispos, ni tampoco sonó la internacional. Sexo. Se enterró solo. D.E.P. sin más ruido, que siguió.