jueves, 30 de septiembre de 2010

ayer, hoy, mañana

Habiendo pasado sólo unas seis horas del final de la convocatoria de Huelga General se puede hablar, como ya se ha hecho desde muchas posiciones, de fracaso, de triunfo, de normalidad, de caos... Las cifras que se pueden escuchar tienden a la incoherencia. No voy a hacer, pues, un análisis sobre el tema. Voy a dejar constancia de mi posición. Participar activamente en una cita como ésta te da una visión global de la actitud de la gente ante ella. Así, les deseo todo lo peor a los esquiroles conscientes y a los esquiroles analfabetos, así como a los contrapiquetes de todo tipo. Espero que todos los piquetes que han estado luchando y esforzándose para que la fuerza popular sirva de barricada ante las políticas reaccionarias gubernamentales sigan en la lucha; espero también que crezca su número y su fuerza; y espero, sobre todo, que se combata la violencia empresarial que atenta contra la huelga con contratos temporales a renovar al día siguiente de la misma, amenazas, mentiras...

Todos los asesinos de la razón y la libertad verdadera -que no democracia electoral- han de saber que aunque cuenten con los medios para oprimir al trabajador seguiremos golpeando con más y más fuerza, golpes más y más contundentes y lenguaje más y más beligerante hasta lograr que se hundan en su mierda.

domingo, 26 de septiembre de 2010

y ahora ¿qué? ¿huelga?

Paro, paro, paro. Gente quejándose por doquier. Desconfianza generalizada. Alguien hablando de derechos perdidos; otro despotricando acerca del gobierno; uno criticando al sistema en sí; por allá se escucha algo sobre impotencia popular.

Se puede analizar la situación de muchas maneras. Lo cierto es que el ocaso del capitalismo es más que obvio. Desde hace tiempo las pataletas de banqueros y empresarios las pagamos más caras, cada vez más. Y esas pataletas, por llenarse más los bolsillos para conseguir no tener en qué gastarse tanta banalidad, se convierten paulatinamente en dos comidas al día para muchos, incluso en una, también hay más que no tienen ni una; y se transforman además en hipotecas aplastando a trabajadores que apenas pueden hacer una cosa: trabajar -el que tiene suerte-. Y el mensaje ultraliberal acecha y se abalanza sobre la población como uútimo guardián de la sinrazón más obsoleta. Pero ahí está; y se alía con el sociata para poner mirando para Cuenca a las hormigas que siguen llenando de stock los almacenes de los zánganos -¡Benditos organismos internacionales!-.

Y la profecía se cumple, y llegan las nuevas tablas de los mandamientos divinos impresas en una página del BOE. Y tú, indignado en apariencia, te resignas, y cuando acaba “sálvame” o “el barça” vas a la farmacia y compras el bote de vaselina más grande que encuentras, y vuelves a casa, y te bajas despacio los pantalones, y te agachas, y viene el hombre del traje gris y saca su vara de medir por un lado de sus dorados calzones, y te da por culo una y otra vez, y además de puta pones la cama. Y como no has mostrado el menor signo de desacuerdo con lo ocurrido el hombre del traje gris se guarda la vara de medir y se dirige a casa de tu vecino a repetir la escena.

¿Crees que la cosa no va contigo? 

  


miércoles, 22 de septiembre de 2010

y rasgaste mi sonrisa cuando empezaste a sangrar

Las balas habían comenzado ya a enturbiar la inocencia, la cordura, el esfuerzo, los campos, la niñez, las fiestas, las relaciones. Sus padres y hermanos refugiados, sus abuelos y su novio víctimas de la sanguinaria sinrazón. Uno tras otro, mudos, cabizbajos, sin fuerzas para la despedida. Atrás sus casas, sus tierras, sus calles, sus rincones, su mundo.
Como una oveja más corría entre las explosiones con el rebaño. Los hombres acechaban resguardados bajo banderas hirientes. Trincheras, noches de hielo, fuego de muerte, silencio tras éste. Una angustia permanente se había apoderado de su cuerpo. No encontraba respuesta a sus mojadas cartas.
¿La familia? ¿Los amigos? ¿Los sueños? ¿1940? Al fin y al cabo morir congelado fue un mal menor.

domingo, 12 de septiembre de 2010

siempre

Bajo la luna o el sol;
entre palmeras o pinos;
en la montaña, en el río;
metidos en un rincón.
Sintíendonos, uno, tu y yo.

Sudando besos ardientes,
temiendo a la lejanía,
gritándonos como locos,
susurrándonos caricias.

Doce, trece, quince o cien
besos, palabras, abrazos,
cartas, fotos y mensajes,
miradas con brillo verde,
horas de viaje,  paisajes.

Pensando en ti, siempre juntos.
Tantos momentos amables,
tantas risas y cosquillas,
tantas mañanas y tardes.

Siempre Marta, mi amor, siempre
de los pies a la cabeza,
de la cabeza a los pies
te quise, quiero y querré.