viernes, 14 de enero de 2011

es

Es el sabor a leche
con café de termo,
junto al fuego,
en el poyo.

Es el cotidie de amanecer
temprano, y arrancar,
rascar el frío del cristal
y dejar el pijama.

Es el sonido a cintas
de cassette en el coche
por las noches,
por los sueños -de niño grande-.

Es el calor de la tierra
mojada por el hielo
del invierno en el pueblo,
y de los pastores.

Es la libertad de a mediodía
con cocido a repetir,
con ideas que compartir,
con miserias que eludir.

Es la llamada a ladridos
del perro que llegó
del monte abandonado,
de jauría desheredado.

Es la simpatía de la risa
de los niños con las bicis,
con los bichos por el suelo,
con los bolsillos llenos de caramelos.

Es el resplandor de los rayos
que se esconden tras los pinos,
a las cinco y poco
dejando larga la luna.
 
Es el olor a paginas
viejas de libros por leer,
de letras que atender,
de viajes que emprender.

Es tocar el gotelé
frío desde la almohada,
suave aunque rugoso,
como un mapa.

miércoles, 5 de enero de 2011

quiso carnavales y encontró fatalidad

"Tú lo sabes bien: el ruido asesina los pensamientos."

Estamos rodeados de ruido. El ruido nos despierta, pero el ruido nos duerme, sobre todo. La calle es ruido, pero la casa también. Y la casa está inundada de ruido por el ruido de la calle. Y la calle está anegada de ruido por el ruido que salpican las gargantas de algunos bufones.

Un borracho con un cartón de vino en la mano grita, pero no grita ruido, grita de rabia, está despierto, está embriagado por la vida. Un semáforo cualquiera, rodeado de armas, le devuelve al mundo real. Al mundo del ruido.

Una urraca chilla en el campo, o en la ciudad. Su chillido no es ruido tampoco. No es ruido el del viento, ni el de las arañas. No es ruido el del hachís. No es ruido el del martillo.

Ruido es el del libro en el suelo, el de la tele en lo alto. Ruido es el del Congreso, el de los coches, y el de los centros comerciales.

Ruido es lo que ciega.