lunes, 25 de abril de 2011

terrible guerra

Las nubes grises se tornan,
maldiciéndonos el día.
Sus rugidos, cuando tronan,
malos augurios suspiran.

Ya comida no nos queda,
ni siquiera pan, ni trigo.
En la aterradora espera
no hay comida, no hay abrigo.

Si por un solo momento
regresar fuera posible
correría con el viento
porque esto, amigo, es terrible.

La Luna ya no nos mira,
el viento ya no nos toca;
ni una mirada furtiva,
ni una caricia a deshora.

Los días pasando siguen
entre desoladas ruinas.
Los que, como yo, aún malviven
apenas de pié caminan.

Vemos que pasan camiones,
vemos que aún vive la muerte;
con ellos mueren las flores,
con ella muere la gente.

Cruzamos a nado el río,
algunos ahogados mueren.
En los huesos cala el frío,
el calor ya no nos quiere.

Alguno ha muerto de pena,
muchos más de hambre lo han hecho.
Aquí el vacío nos dejan
después de su último aliento.

Desde aquí yo a dios no ruego,
pero a los grandes sí pido
que cesen este tormento;
la insensatez ya ha vencido.


(2-III-2008)