lunes, 21 de junio de 2010

genial

Hay sensaciones espectaculares, especiales. Notar que la persona del asiento de al lado del tren aguanta como puede la risa mientras tú comentas con un compañero alguna tontería graciosa, o un chiste, o simplemente haces el tonto, es fantástico. Pero es también tremendamente satisfactorio sentir que ya formas parte del universo de alguien. Y eso ocurre cuando, tras mucho tiempo estrechándole la mano a ese alguien, un día cuando alargas el brazo sonriente te lo aparta y se aproxima a ti para darte dos besos.

domingo, 20 de junio de 2010

yo soy español

Lo confunden todo, y nos confunden. Nos quieren confundir; quieren confundir a todos. Podemos hablar de la esencia de España, de lo realmente español, y no hallaremos sino patrañas. Hay que dejar claro primero que señalar tal o cual tradición como esencia de un territorio -más si es amplio como España- es atroz y gratuitamente insultante y falso puesto que implica que aquello contrario, diferente o ajeno a ello no puede darse en ese territorio (territorio, no ente abstracto). Aquí es donde entran las sevillanas, entre otros. El andaluz españolito de bien, trejeado en la feria, con el "quillo" pegado en la lengua, orgulloso de sus banderas verdiblanca y rojigualda, tiene tan interiorizada la visión de España que se le ha mostrado desde la cuna que su mundo se reduce a una simplona amalgama de folclóricos valores anacrónicos que a través del feroz nacionalismo que sufrimos nos quiere imponer. Y es así como esas sevillanas -que nunca he visto bailar en Guadalajara o Benidorm más que la Macarena o el Coyote Dax- se convierte en esencia de España. Mientras tanto el islamismo o el ateísmo, por ejemplo, -con muchos más practicantes entre los españoles ambos que bailadores de sevillanas hay, son considerados extranjeros irredentos. 

Y así fue como se llamó costumbre a lo que se hacía una vez al año.