Viejo perro castellano,
noble animal olvidado,
siento pena al recordarte,
tú ya no estás a mi lado.
Eras un perro común,
un pobre perro campero,
animal dócil y noble,
más que amigo, compañero.
Con tu estampa por las calles,
vagando hacia ningún lado,
con tus idas y venidas,
por ese pueblo empedrado.
Tu dueño junto a la lumbre,
en el invierno lluvioso,
no se acordaba de ti,
viejo perro silencioso.
Por las calles solitario,
paseabas orgulloso,
buscando a tu compañera,
te sentías tan celoso.
Un joven perro a tu encuentro,
te salía de un portal,
te peleabas con él,
un enemigo, un rival.
A tu perra te quitó,
tú con rabia le mirabas,
él desafió tu reto,
te mordía, le ladrabas.
Vuestra pelea creció,
se hizo sangrienta, cruel,
no se inclinó la balanza,
ni a tu lado ni al de él.
Y seguisteis peleando,
como locos, a matar,
otros perros acudieron,
que guerra más singular.
Uno ladra, el otro chilla,
se van cambiando las ternas,
hasta que tienes que huir,
con el rabo entre las piernas.
Perder, ganar, que más da,
que feroces enemigos,
a la vuelta de la esquina,
todos juntos, como amigos.
Yo recuerdo perro amado,
como jugabas, corrías,
y tu escondite de huesos,
cuando hambre no tenías.
Los corrales de tu pueblo,
defendías con derroche,
de las fieras alimañas,
que rondaban por la noche.
Poco a poco te perdiste,
te marchaste, te olvidamos,
ingratos hacia ti fuimos,
que poco, perro, te amamos.
Sólo me queda el recuerdo,
a veces la pesadilla,
de haber perdido un amigo,
vieja estampa de Castilla.
Juan Perucha (4-XI-1979)
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