Cuando lo que se tiene entre las piernas es un coche y delante dos carriles para el mismo sentido, parece ocurrirles a muchos una extraña metamorfosis. Y es que debe existir una atracción fatal al lado izquierdo de la autopista. El porcentaje de vehículos de gama alta que sufren de este mal es muy superior al de los utilitarios normales y corrientes -que también los hay-.
No es raro oír un bufido intenso y divisar, ya a lo lejos, un BMW, un Audi, o un Mercedes intentando alcanzar velocidades ultrasónicas. La autopista vacía totalmente; ellos por el carril izquierdo, como si fuera más rápido, o al circular sobre él se gastara menos combustible… Los personajes de mayor poder adquisitivo, conservadores por naturaleza y abanderados del orden, rompen deliberadamente las normas de convivencia vial establecidas haciendo gala de un espíritu rebelde que no sabe por dónde salir. De este modo nos encontramos con unas carreteras repletas de desalmados de la convivencia con creencias de superioridad muy intensas y con un complejo -en el caso de los hombres- de feminidad muy difícil de superar.
Digo yo.
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