martes, 15 de febrero de 2011

andén

Salen del tren, en procesión. Rostros muertos, mudos, cabizbajos, contingentes. Se dirigen en manada hacia ninguna parte, como en una migración, formando un solo ente. Un ente informe sin cabeza. 

Impresiona el potencial poderío de un grupo de personas en estampida, sin coordinación ni objetivo. Sin pretensión de parecer poderoso, sin necesidad aparente de serlo. Más de un  minuto observando una corriente casi continua de individuos alienados saliendo de vagones que les llevan cada día al mismo sitio y les devuelven de nuevo al punto de partida, sin haber éstos ganado nada, aprendido nada, conseguido nada. Más de un minuto observándola, y la sensación de impotencia y esperanza se aferra al pensamiento. Impotencia por que el mundo es una mierda. Esperanza porque lo pueden cambiar manadas organizadas de gente; con cabeza.

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