lunes, 18 de octubre de 2010

amén

La evolución es algo tan obvio que resulta asombroso que haya aún personas que se asusten al oír hablar de ella. La religión ataca desde siempre a la razón; lo increíble y lo mágico parece ser lo científico -y viceversa-. "Yo no me puedo creer que vengamos del mono" "Eso es así; está escrito desde hace dos mil años. No vas a saber tú más que los que lo escribieron." Parece ser que hay que estar majareta para poder comprender el mundo racionalmente. Me disculpen los señores devotos; debo estar majareta y ellos han de gozar de la más luminosa cordura.

Palabra de Dios.

lunes, 4 de octubre de 2010

revolucionarios de carretera

Cuando lo que se tiene entre las piernas es un coche y delante dos carriles para el mismo sentido, parece ocurrirles a muchos una extraña metamorfosis. Y es que debe existir una atracción fatal al lado izquierdo de la autopista. El porcentaje de vehículos de gama alta que sufren de este mal es muy superior al de los utilitarios normales y corrientes -que también los hay-. 

No es raro oír un bufido intenso y divisar, ya a lo lejos, un BMW, un Audi, o un Mercedes intentando alcanzar velocidades ultrasónicas. La autopista vacía totalmente; ellos por el carril izquierdo, como si fuera más rápido, o al circular sobre él se gastara menos combustible… Los personajes de mayor poder adquisitivo, conservadores por naturaleza y abanderados del orden, rompen deliberadamente las normas de convivencia vial establecidas haciendo gala de un espíritu rebelde que no sabe por dónde salir. De este modo nos encontramos con unas carreteras repletas de desalmados de la convivencia con creencias de superioridad muy intensas y con un complejo -en el caso de los hombres- de feminidad muy difícil de superar.

Digo yo.

sábado, 2 de octubre de 2010

perro castellano

Viejo perro castellano,
noble animal olvidado,
siento pena al recordarte,
tú ya no estás a mi lado.
Eras un perro común,
un pobre perro campero, 
animal dócil y noble,
más que amigo, compañero.
Con tu estampa por las calles,
vagando hacia ningún lado,
con tus idas y venidas,
por ese pueblo empedrado.
Tu dueño junto a la lumbre,
en el invierno lluvioso,
no se acordaba de ti,
viejo perro silencioso.
Por las calles solitario,
paseabas orgulloso,
buscando a tu compañera,
te sentías tan celoso.
Un joven perro a tu encuentro,
te salía de un portal,
te peleabas con él,
un enemigo, un rival.
A tu perra te quitó,
tú con rabia le mirabas,
él desafió tu reto,
te mordía, le ladrabas.
Vuestra pelea creció,
se hizo sangrienta, cruel,
no se inclinó la balanza,
ni a tu lado ni al de él.
Y seguisteis peleando,
como locos, a matar,
otros perros acudieron,
que guerra más singular.
Uno ladra, el otro chilla,
se van cambiando las ternas,
hasta que tienes que huir,
con el rabo entre las piernas.
Perder, ganar, que más da,
que feroces enemigos,
a la vuelta de la esquina,
todos juntos, como amigos.
Yo recuerdo perro amado,
como jugabas, corrías,
y tu escondite de huesos,
cuando hambre no tenías.
Los corrales de tu pueblo,
defendías con derroche,
de las fieras alimañas,
que rondaban por la noche.
Poco a poco te perdiste,
te marchaste, te olvidamos,
ingratos hacia ti fuimos,
que poco, perro, te amamos.
Sólo me queda el recuerdo,
a veces la pesadilla,
de haber perdido un amigo,
vieja estampa de Castilla.

Juan Perucha (4-XI-1979)