El engaño masivo sigue siendo la tónica dominante en la difusión de las noticias sobre los sucesos que están viviéndose en Libia. Trípoli parece no estar tan irremediablemente asediada, y los rebeldes parecen no ser tan fuertes, populares y numerosos, así como las tropas estadounidenses parecen estar dispuestas a intervenir. Cuando todo esto ocurre -casualidad- las portadas cambian hacia Japón. ¡Qué mala suerte!
Para quien continúa pendiente de lo que ocurre en la otra orilla del Mediterráneo -más allá de los mass media-, las ideas van adquiriendo forma definida. Durante estas semanas se han estereotipado comodines como "zonas liberadas" o "mercenarios del tirano". La ilustración de todo esto ha sido reducida pero concisa: sangre, cuerpos apilados, banderas monárquicas, manifestaciones multitudinarias, llantos... soldados libios ejecutados por negarse a disparar a civiles... Un mínimo de revisión de imágenes puede aclarar mucho:
La verdad es, en esta línea, muy diferente de todo el bombardeo ideológico financiado por los intereses económicos que estamos sufriendo.
Los testimonios directos son... son.