La casa temblaba de frío. Las ventanas apagaron sus luces. En un rincón, agachado, se encontraba con sus temores. Ella avanzaba por el interminable pasillo, en penumbra. El romper de una lágrima en el suelo cortó la oscuridad silenciosa recorriendo toda la casa. Ella avanzaba estancia por estancia, en penumbra. El olor del miedo se adivinaba desde la calle. No sonaban cadenas arrastradas ni viento golpeando las ventanas, todo era silencio. Todo era silencio, ella y él. Ella avanzaba baldosa por baldosa, en penumbra. El llanto se había desatado ya, imparable y mudo. La casa se hacía enana al rededor del rincón donde él esperaba. El techo se desplomaba veloz. Ella avanzó finalmente sobre él apagando el último silbido de su lagrimal, en penumbra.
2 comentarios:
uau...
jeje
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