jueves, 26 de marzo de 2009

alitas

Chuletas de cerdo o de cordero, un melocotón, un tomate simplemente lavado... y para mí, sobre todo, alitas de pollo. Alitas de pollo asadas en el horno, sobre la rejilla cubierta por papel de plata para que recoja toda la grasa que el calor hace salir de la carne. Es el comer esto uno de los mayores placeres de la vida. Tornar a lo natural, a lo salvaje. A todos los hombres (o al menos a mí) me resulta maravilloso coger una alita, separar sus tres partes si no se había hecho antes de meterlas al horno, y comenzar a devorarla. Coger la alita con ambas manos sintiendo la grasa en las yemas de los dedos, y por si acaso está un poco seca -cosa ésta totalmente imposible si están recién hechas- arrastrarla sobre la base del plato para que coja más grasa, hasta que sea imposible que brille más. Comenzar a morderla por fases -según que tramo del ala sea- notado el intenso sabor de la suavidad de la piel del pollo, notando como se separan del conjunto los distintos pedazos al tirar de ellos con los dientes y escuchar el característico sonido que esta acción produce. Sentir que la grasa invade los alrededores de la boca, llegando a veces de la nariz a la barbilla y casi de oreja a oreja, y no importarte esto, sino hacerte disfrutar. Cuando parece que ya no se puede aprovechar más, después de haber chupeteado una vez los huesos, si es la parte del cúbito y el radio (no se como se llaman estos huesos en las aves), separar los huesos con los dedos para poder acabar con algún reducto de carne que pudiera haber quedado escondido. Tirar los huesos en el plato que está vacío, destinado para albergar los desperdicios (en alguien que sepa comer, los desperdicios solo serán los huesos) y repetir todo lo anterior viendo como se amontonan los huesos sobre el plato. Hacer alguna parada de vez en cuando para beber agua cogiendo el vaso con las muñecas pues tras impregnar tres servilletas con la grasa de manos y cara sigue siendo imposible coger el vaso con las manos sin mancharlo. Y continuar comiendo, y continuar sintiendo la comida, y continuar siendo animal. Todo para que el animal racional no enloquezca por falta de lo que es en primer término: animal.

4 comentarios:

Jordi Let dijo...

JAAJAJJAJAJAJAJAJ!!!!!! tu mejor entrada sin duda tio! ajjaja, dejate de politiqueos y escribe más de estas tio, me ha encantado! xDDDD lo mejor: "para alguien que sepa comer el único desperdicio será el hueso" que razón tio

D. Perucha dijo...

ya te digo he. Iba a poner que el único desperdicio será la parte no comestible del hueso pero al final puse eso, un poco mas moderado

Jorge Martinez dijo...

Jajajaja!! me gusta entrada peruu!! xDD mas k nada poque es una de las pocas que entiento.... xDD

D. Perucha dijo...

a mi la entrada bueno... lo que me gustan las alitas